22 oct 2009

¡Me pica la cabeza!

Los piojos son parásitos de color blanco que cambian de color y se vuelven rojizos cuando comienzan a succionar sangre. Su mordida no produce ningún dolor pero, para extraer la sangre, el piojo elimina una sustancia anticoagulante que es muy irritante y produce la picazón.
Sus huevos se llaman liendres y se adhieren de forma muy fuerte al pelo. Muchas veces son confundidas con caspa y es necesario que sean eliminadas rápidamente pues luego de alrededor de ocho días se transforman en nuevos piojos que seguirán reproduciéndose a toda velocidad.
El síntoma más común para detectar que nuestro hijo tiene piojos es la picazón, especialmente en la nuca o en la zona detrás de las orejas.
Existen múltiples productos farmacéuticos para tratar esta enfermedad pero siempre se debe consultar con el pediatra para que éste aconseje qué utilizar y de qué forma ya que muchos de estos medicamentos son tóxicos y pueden generar reacciones alérgicas, sobre todo en los más chiquitos.
Además de la aplicación de algún producto es necesario tomar dos medidas adicionales y no menos importantes: comenzar a utilizar un peine fino a diario para eliminar piojos y liendres adheridos al cabello y avisar en el jardín donde concurre el pequeño para hacer una "terapia de grupo": todos los infectados deben tratarse para evitar un círculo vicioso de contagios: la docente puede controlar la cabeza de los niños pero no es su responsabilidad hacerlo; esa tarea es exclusiva de los padres.
Sin duda, la pediculosis es una enfermedad que altera a todos los padres: es muy frecuente su contagio y es muy difícil de combatir, los piojos vuelven una y otra vez. Años atrás era considerada una enfermedad para ocultar y que causaba vergüenza a quien la padecía: hoy día es un hecho habitual en la vida del niño que concurre al jardín, por ello: ¡a no volverse locos pero sí a darles batalla!

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