14 abr 2010

Soñando cosas feas


Podemos definir las pesadillas como sueños “malos” que nos hacen despertar angustiados y sobresaltados, tras haber “vivido” situaciones de peligro o incómodas. Todos sufrimos de pesadillas y las mismas comienzan a alterar nuestro sueño alrededor de los dos años de edad.
Durante los primeros años de vida, la hora de ir a la cama representa, para muchos niños, la hora de “separarse de mamá y papá”. Según la Asociación Argentina de Pediatría (SAP), uno de los trastornos más comunes en esta etapa son las alteraciones en el sueño de los chicos: pesadillas, terrores nocturnos, despertares sobresaltados y angustiados, llantos sin motivo aparente.
Lo habitual es que este tipo de alteración comience alrededor de los dos años y se extienda hasta los seis. La primera señal de que algo pasa, para los padres, es el llanto desconsolado de su hijo; a medida que comience a expresarse con mayor claridad, comenzará a contar con detalle cada uno de sus sueños: monstruos, fantasmas, viejas malas, brujas, caídas, animales salvajes… todo puede llegar a convertirse en una fuente de miedo.
Suele ser muy común que las pesadillas se desencadenen ante algún cambio importante en su vida: la llegada de un hermanito, la separación de los padres, el inicio del colegio, mudanzas; cuando el desencadenante sea superado, la pesadilla desaparecerá así como llegó.

Cómo ayudarlo

Ante esto, lo principal es tranquilizarlo: mantener la calma y transmitirle seguridad, hacerle entender que mamá y papá están siempre allí para protegerlo, acompañarlo hasta que vuelva a dormirse, hablarle de los miedos y de las cosas que lo asustan hasta lograr que pierda ese miedo.
También es positivo no preocuparse excesivamente: hay que saber que las pesadillas son propias de esa edad y que van a ir desapareciendo; además si tu hijo siente que estás preocupado o angustiado por el tema, le contagiarás el nerviosismo logrando así empeorar la situación.
Y lo más importante y contrariando todas aquellas teorías y corrientes modernas que aseguran que “el niño debe aprender a dormirse solito” y que si llora en la cama “nos está tomando el pelo”: NO LO DEJES SOLO, si ese momento para él tiene un significado de “separación” sería cruel reafirmarle ese significado negándole tu compañía: darle seguridad, hablar con él, hacerle sentir que lo quieren y que lo acompañen, darle la mano hasta que se duerma son actitudes de padres que no contribuyen para nada a malcriarlo sino a ayudarlo a adquirir seguridad, a sentirse amado y a la larga, a independizarse sabiendo que cuenta con una familia que lo respeta y protege.

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