18 sept 2009

Momentos especiales con nuestros hijos: la matronatación

A nadar se aprende jugando. Ese es el lema de la Primera Escuela Argentina de Natación para Bebés. Y aunque muchos padres no simpatizan con la idea de sumergir a su bebé en una piscina, ellos se adaptan fácilmente a la inmersión, quizá porque el agua es su primer elemento.

Hoy se sabe que nunca es demasiado temprano para empezar a hacerlo y que incluso existe la matronatación prenatal que se utiliza para la preparación de las futuras madres. Aunque parezca algo nuevo, la matronatación es un método argentino creado en 1960 por Patricia Cirigliano quien aclara que “no es lo mismo que la natación para bebés”.
Cirigliano es la fundadora de la escuela mencionada, profesora de Educación Física, doctora en Psicología y creadora de la Asociación Internacional para los Nacimientos Acuáticos (AINA) y entre otras cosas explica que la matronatación es un método de aprendizaje que trata de desarrollar las habilidades y actitudes de supervivencia: seguridad, autocuidado y prevención de accidentes.
Silvina, mamá de uno de los bebés que tomó clases de matronatación cuenta que su hijo comenzó con el curso a los cinco meses y que siguió durante cuatro años: “Cuando tenía casi tres años fuimos a una pileta con otra nena de la misma edad pero que no iba a natación, su amiguita quiso tirarse al agua y Joaquín le dijo en su media lengua que no podía tirarse porque no estaba su mamá adelante”.
El método se basa en el juego compartido en familia y permite canalizar un vínculo afectivo muy especial entre padres e hijos. La mamá o el papá se meten en el agua con el pequeño para ambientarse y esta experiencia compartida con sus padres juega un papel fundamental. Su presencia y atención les da seguridad y a medida que van moviéndose y descubriéndose, alimentan la autoconfianza y la independencia. Esta es una base segura para la futura comunicación con los demás. La prueba más elocuente es que los bebés nadadores ingresan al jardín sin necesidad de realizar la adaptación tradicional.
Susana, otra mamá de bebés nadadores, relata que “todos aprendimos: ellos a nadar, a tener confianza en sí mismos y a disfrutar de sus cuerpos; yo, a valorar el contacto corporal a través de mis manos y a dar seguridad y amor a través de ellas”

La primera piscina

Según Cirigliano, es importante reconocer que “todos somos bebés nadadores” dado que dentro del útero todos nadamos en líquido amniótico hasta los últimos meses del embarazo, cuando ya no hay espacio para hacerlo. Es decir que la primera piscina es la “pancita de la mamá”.
Por ello, el agua es un medio con una gran connotación afectiva y el bebé, al meterse en la piscina se readapta a ese ámbito y recuerda esos movimientos intrauterinos, que están genéticamente determinados. Con la matronatación se logra que “no se extinga esa experiencia y sólo resulta necesario enseñar a los pequeños alumnos a controlar el aire y el agua”
Sin embargo, con las clases de natación no es suficiente: los padres, en casa deben seguir trabajando.¿Dónde hacerlo? “En el baño”, contesta la profesional, “y es muy fácil: los papás deben echarle agua en la cara y de esta forma el bebé se acostumbra al contacto del agua en la cabeza”.
El control respiratorio debajo del agua es una habilidad vital que se adquiere fácilmente durante el primer mes de aprendizaje. Retener o soltar el aire bajo el agua se realiza muy suavemente, a través de maniobras seguras del docente especializado. Alrededor del mes y medio de haber comenzado las clases, el bebé ya es capaz de controlar perfectamente la respiración, y tenderá a flotar de inmediato al ser sumergido.
Tal como asevera la creadora del método “cuanto más pequeños, mejor” porque en cuanto se sumergen cierran la glotis de forma instintiva, de manera que no tragan ni una gota de agua. Y es que al crecer, ese reflejo instintivo se pierde: “resulta mucho más complicado que un niño de dos años meta la cabeza en el agua que uno de meses”.

Seguridad, higiene y patitos de goma

El método aporta muchos beneficios al bebé y a sus padres: además de aprender a nadar, el bebé se convierte en protagonista de sus juegos, afianza los vínculos afectivo-familiares y aumenta en los padres el conocimiento de su hijo.
De esta forma y a lo largo de las clases, se genera una mayor confianza y conocimiento del cuerpo, tonicidad en los músculos, se desarrollan las funciones cardiorrespiratorias y hasta en algunos casos, se logra un más rápido control de los esfínteres.
No obstante, para poder llevar adelante esta técnica y para que el espacio donde se realice "sea de agrado para los chicos", deben tenerse en cuenta "las condiciones de seguridad e higiene dentro de la piscina, además de los controles médicos de niños y padres", puntualizó Cirigliano, autora de cuatro libros referidos a este método.
Entre esas condiciones de seguridad e higiene se destacan la ventilación natural, un circuito de calefacción por agua, filtrado continuo del agua de la piscina, control médico del niño y de los padres y exigencia a padres e hijos del baño previo con agua y jabón.
Por último y como dato importante, hay que saber que todas las actividades de los infantes se realizan a través del uso de juguetes de colores chillones, patitos de goma, colchonetas y pelotas… con ellos se les enseña a moverse en el agua y a perder el miedo a sumergirse.

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