10 jun 2010

Doña Fiebre: Infaltable en cualquier casa con chicos


¿Qué familia no se despertó convulsionada en mitad de la noche y al acudir al llanto se encontró con un niño de cachetes colorados y frente caliente? ¿Qué madre no se angustió, alguna vez, porque su hijo levanta temperatura y no presenta ningún otro síntoma, situación que enfervoriza el “qué tendrá”?


Pero… ¿qué es la fiebre?
La temperatura se considera normal cuando no supera los 37,5º, entre 37,5º y 38º es febrícula y cuando supera los 38º es lo que llamamos fiebre. Es importante saber que la fiebre NO es una enfermedad, por el contrario sólo es una reacción normal del cuerpo, una respuesta destinada a combatir una enfermedad y activar las defensas del organismo.
Son muchas las causas que la pueden producir: infecciones virales, bacterianas, parasitarias o micóticas, enfermedades inmunológicas, tumorales, etc.
Los bebés recién nacidos pueden presentar fiebre si están demasiado abrigados o se encuentran en un ambiente caluroso: esto es así porque aún no son capaces de regular su temperatura corporal.
La aplicación de las vacunas puede ser otra de las posibles causas y en algunos casos, aunque en esto los pediatras y padres no logran ponerse de acuerdo, la dentición (para los padres, la salida de un diente causa fiebre, para los pediatras, no)


¿Cómo detectarla?
El signo más fácil es la sensación de temperatura elevada al tocar al niño, generalmente en la frente. Otros síntomas que ayudan a detectar la fiebre son: enrojecimiento de las mejillas, inactividad inusual, ojos brillosos, sensación de frío, taquicardia, aumento de la frecuencia respiratoria, escalofríos, se lo ve cansado, con más sueño del habitual, habla de dolor de cabeza o del cuerpo, pierde súbitamente el apetito.


¿Cuándo es necesario combatir la fiebre?
En general, los pediatras aconsejan bajar la temperatura recién cuando ésta supera los 38º o cuando el niño se siente muy molesto o dolorido: es importante observar tanto la temperatura como el estado general del niño. Sin embargo debe tenerse en cuenta un par de situaciones especiales que ameritan un intento para hacer desaparecer este síntoma:
- en los niños que sufren enfermedades neurológicas o convulsiones.
- cuando existen antecedentes familiares de convulsiones febriles.


¿Cómo tratar la fiebre?
Hay que intentar que el cuerpo pierda ese calor sobrante desabrigando al niño, dándole baños con agua apenas templada o colocando paños fríos en axila, ingle y cabeza. Otra cosa importante a hacer es suministrar líquidos con frecuencia para recuperar el líquido perdido y evitar la deshidratación (gelatinas, helados de agua, agua y sopas son buenos recursos para lograrlo). Hay que saber, además, que es normal tener poco apetito cuando se tiene fiebre, en consecuencia no se debe perseguir al niño para que coma si no lo desea.
Si la temperatura es muy elevada o está muy incómodo se le puede administrar algún antitérmico, siendo los más utilizados el ibuprofeno y el paracetamol: siempre hay que consultar con el pediatra acerca de la marca, la cantidad a suministrar según el peso del niño y la cantidad de horas que debe existir entre toma y toma.
Si el niño está contento, juega y no parece afectado por la fiebre no es necesario suministrar un antitérmico ya que bajar la fiebre no significa curarlo sino hacer que se sienta menos molesto.
Algo muy importante a tener en cuenta es que cuando la fiebre baja, se transpira mucho: es necesario cambiar la ropa de cama y su propia ropa así se siente fresco y cómodo.


¿Cuándo consultar al pediatra?
Si es la primera vez que tu hijo tiene fiebre es importante hablar con su médico para que te indique qué medicación darle y de qué forma. Si no, se le puede administrar el antitérmico y ver cómo evoluciona. Sin embargo, hay situaciones que sí o sí deben ser consultadas con el pediatra:
1) si la fiebre se extiende más de 48 hrs.
2) si alcanza los 40º
3) si el niño está muy adormilado.
4) si presenta dificultades para respirar.
5) si aparece alguna erupción.
6) si está muy irritado o llorón y no se lo puede calmar.
7) si presenta algún otro síntoma como dolor de oído o de garganta.

Siempre, pero siempre el mejor consejero será el sentido común y la intuición de madre: una madre siempre sabe cuándo es necesario recurrir al médico y cuando no. Y si tenés dudas, ir al pediatra nunca va a estar de más, por lo menos vas a sentirte más tranquilo y ello redundará en la tranquilidad de tu hijo.
Todos los niños tienen fiebre varias veces a lo largo de su crecimiento y todas las madres nos asustamos por ello. Pero, en poco tiempo, vuelven a su estado normal y las madres, también.


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