20 nov 2009

Entrevista a Silvina Franzin, la mamá de una beba milagrosa

Silvina Franzin y su hija menor, Guadalupe son las protagonistas de esta historia. Pero no sólo ellas: también participaron los doctores Gustavo Leguizamón y José Palacios Jaraquemada, Gonzalo, Tomás y Milena (el papá y los hermanitos de Lupe) y todos aquellos que ayudaron a que llegue a buen fin.
Todo comenzó en la semana veinte de gestación, cuando Silvina comenzó a sentirse mal. Ese “sentirse mal” culminó con una intervención quirúrgica que corrigió su útero sangrante, sin interrumpir el embarazo: una operación realizada con éxito por primera vez en la historia de la medicina.
“Cuando nos enteramos que Lupe estaba en camino fue una verdadera sorpresa: al principio estaba asustada ya que mi hija menor apenas había cumplido un año. Pero enseguida sentí que iba a ser hermoso y divertido dejar de ser una familia tipo para ser una familia numerosa. Además venía el desempate. Lo que mejor describe ese momento es la sensación de mucha felicidad”
Todo anduvo sobre rieles hasta la noche del 18 de Septiembre de 2007, cuando Silvina debió ser internada en el CEMIC de Saavedra por intensos dolores abdominales y desvanecimiento. Se hicieron análisis y en una ecografía se vio líquido en el abdomen y se llegó a la conclusión que ese líquido era una hemorragia. Así que se decidió realizar una cirugía exploratoria: “Me dijeron que era sólo un tajito, lo que pasó fue que al abrir, los médicos se encontraron con una rotura de útero con el consecuente sangrado dentro de la cavidad abdominal. Allí fue que se decidió reparar el útero colocando una malla especial que permitiera continuar con el embarazo: así a medida que el órgano se expandiera con el progreso del embarazo, la tensión recaería sobre la malla y no sobre la sutura del músculo”
En una cirugía pionera en el mundo, lograron así reparar el útero oponiéndose al tratamiento convencional que implicaba inducir el parto y extrae el útero, sin posibilidades de sobrevida para Lupe, dada su edad de gestación.
“Me desperté y no entendía nada: la anestesista me dijo que la cicatriz era grande pero que no me asustara porque mi beba estaba bien. Y ahí empezó mi trabajo: como no había antecedentes de este tipo no se sabía cómo respondería el útero. Por eso debí quedar internada tres meses, hasta la semana treinta y dos de gestación. Así que me dediqué por completo a Guadalupe: mi tarea era avisar si tenía algún síntoma”.
Por suerte, no tenía que cumplir con un reposo absoluto, así que se dedicó a visitar otras mujeres internadas, a decorar la habitación, a leer, a tejer y a recibir visitas de la familia y amigos. Mientras tanto, en casa hubo que reorganizarse: familia y amigos ayudaron para que los otros hijos de Silvina, Tomás de 5 y Milena de 1 siguieran con una rutina lo más normal posible. “Tenía dos posibilidades, tomarlo mal o bien y yo elegí tomármelo bien, con alegría por estar haciéndolo por mi hija. Lo tomé con mucha responsabilidad: en ese momento le tocaba a Guadalupe recibir toda mi atención. Mientras tanto, a Gonzalo le tocó hacer tareas que nunca antes había hecho...recibí muchos mimos, fui atendida como una reina por los médicos y el cuerpo de enfermeras del CEMIC y mi fe me ayudó mucho”.
Por fin, la cesárea se efectuó el 12 de Diciembre, el día de Nuestra Señora de Guadalupe y nació Guadalupe Calvo Franzin con 1,700 kilos.
El 21 de Enero de 2008 fue dada de alta de neonatología: “Lupe hoy es una nena hermosa de 23 meses que juega a la par de sus hermanos e ilumina nuestra vida. Confiamos en la ciencia y en Dios y así llegamos a este final feliz. Por eso creo que es fundamental la información: saber que este tipo de práctica se puede realizar en nuestro país, que contamos con profesionales capacitados como el Dr. José Palacios Jaraquemada. Para ellos todo nuestro agradecimiento y admiración”.

1 comentario:

Mabel Servian dijo...

Me acuerdo que todos lloramos, claro que existen los milagros. Gracias por recordarnos esto tan bello.