24 feb 2010

¿Cómo le “enchufo” el remedio?

Lamentablemente, en algún momento todos los chicos se enferman y el pediatra receta un medicamento. Presurosos vamos a la farmacia, lo adquirimos y a casita, ¡con la solución en nuestras manos! ¿Si? ¿Seguro? Todavía falta la lucha para lograr que nuestro pequeño lo tome…
El momento de la ingesta de los remedios, la mayoría de las veces, se convierte en una verdadera lucha cuerpo a cuerpo en la que descubrimos el tenor de la fuerza física de nuestro nene y la habilidad que tiene para escupir o cerrar la boca empecinadamente.
Lo cierto es que cualquier persona, al estar enferma, está mucho menos receptiva que lo habitual. Más aún si lo que nos ofrecen no nos gusta o nos causa temor y esto es lo que les pasa a los chicos ante la obligación repentina de tomar un líquido asqueroso tres o cuatro veces al día.
¿Cómo hacer, entonces, para lograr que tomen los medicamentos?
Una opción que resulta cómoda a la hora de evitar vuelcos causados por los manotazos del niño es la de usar la tradicional jeringa de plástico. Con ella se debe intentar depositar el medicamento en la parte de atrás de la boca, contra una mejilla y en pequeñas cantidades para que le sea fácil tragarlo y por otro lado, no se ahogue.
Otro truco consiste en mezclar el remedio con jugo o leche. Pero esta opción siempre debe consultarse con el pediatra ya que muchos medicamentos pierden su acción terapéutica al ser mezclados con otros líquidos.
Lo ideal es, cuando ya son más grandecitos, hablar con los chicos: explicarles que el remedio hará que se cure y que se sienta mejor e invitarlo a que lo tome solito y sin llorar porque ya es “grande” o “valiente”. De esta forma se sentirán importantes y responsables.
Por otro lado, es bueno tener a mano un vaso con leche o jugo para ayudarlo a sacar el “gusto feo” del remedio. O premiarlo con un caramelo o algo dulce, que a la vez cumpla ese mismo objetivo.
Nunca es recomendable asustarlos diciéndoles que les pasará algo terrible ni no lo toman: decirles la verdad y remarcar, cuando vuelven a estar sanos, que esto es gracias al medicamento ingerido.
Cuando logres que tome el remedio sin hacer lío, debes felicitarlo, abrazarlo, decirle que ha sido “muy valiente” y contar a todos lo bien que se ha comportado para que se sienta orgulloso ante su logro.
Son muy pero muy pocos los chicos que toman la medicación recetada sin resistirse. Por más que le expliquemos que se lo damos por su bien y que pronto estará sano y no deberá tomarla más… no es tarea fácil. Por eso una recomendación que nunca falla: AMOR Y PACIENCIA. Mucha paciencia…

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