5 feb 2010

Una historia de amor (narrado por la mamá protagonista)


La decisión de adoptar la tomamos después de un tiempo de haber realizado tratamientos de fertilización asistida sin éxito.
Contarlo así suena muy liviano, pero fue la mejor decisión que tomamos. Y hasta que llegamos a ella pasaron unos años hasta que dimos el primer paso que te lleva a la adopción.
Los trámites que tenés que hacer son muy sencillos, hasta me sorprendió ya que hay mucho prejuicio con respecto al tema, la verdad es que no te piden mucho: sólo que seas conciente del paso que estás dando. Nosotros nos anotamos en un solo juzgado, las fichas fueron puestas todas allí, teníamos la plena seguridad y fe de que nuestro hijo vendría de ahí.
La espera fue muy linda. Cada año que pasaba era renovar las esperanzas sabiendo que estábamos en la cuenta regresiva y en el camino deseado. Yo, como mujer, me sentía embarazada (sin plazo fijo obviamente), miraba desde ropa de bebé hasta ropa de un niño/a de cinco años ya que tanto el sexo como la edad eran indistintos. Sabíamos que podíamos amarlo aunque no fuera un bebito.
Estábamos anotados para adoptar un solo niño pero cuando nos preguntaban “¿qué onda si son dos?” dejábamos las puertas abiertas, no decíamos que sí, pero tampoco que no. Hay tantas variantes en una adopción... no solo estábamos abiertos a adoptar hermanos sino también a que tengan más hermanos que no vivan con nosotros y que sean adoptados por otros padres y mantenerles, eso sí, el vinculo fraternal.
Después de casi tres años de dulce espera, la mañana del 18 de julio de 2007 sonó el teléfono… y sí, era del juzgado. La voz de la asistente social ya me era familiar y el corazón casi se me sale del cuerpo: me dijo que estaban mis hijas esperándome, que se llamaban Macarena y Lourdes y que tenían 4 y 2 años...
¿Qué puedo decir? Sólo de escribirlo me emociono al recordar ese momento… corté con la asistente y lo primero que hice fue llamar a mi marido: no me salían las palabras era tan grande la emoción que no podía hablar y sólo lloraba y entre dientes se lo pude decir. Obviamente del otro lado del teléfono, también había llanto.
Recién podíamos ir a conocerlas al otro día, te podés imaginar que no dormimos nada. A las 8 de la mañana del día siguiente estábamos en el juzgado para tramitar el permiso para ir a conocerlas.
Así fue que llegamos al hogar donde ellas estaban. Nos recibió la directora del lugar y habló, habló y habló eternamente, no pregunten que me dijo: nunca registré nada, yo sólo pensaba en ellas; llegó el momento en que las trajeron y acá si me quiero detener a decirles que fue EL MOMENTO MÁS FELIZ Y GRANDIOSO DE MI VIDA, todo lo viví como en cámara lenta, sentí parirlas, no podía dejar de mirarlas, de tratar de reconocerlas, olerlas y saber desde ese momento que ya era madre de dos hermosas nenas.
Ellas estaban preparadas para recibirnos, tanto es así que Macarena, muy suelta, me preguntó si yo era una mamá. Le respondí que si y que si ella quería, yo podía ser su mamá: desde ese momento ella me empezó a llamar mamá.
Después de 20 días de visitas idas y venidas llegaron a casa para siempre...
Quiero contarles que ellas tienen dos hermanas más grandes que fueron adoptadas por dos matrimonios diferentes cada una. Sí, fueron separadas ya que es muy difícil adoptar cuatro niños juntos de golpe... pero ellas siguen sabiendo que son hermanas para toda la vida y que pueden llamarse y verse las veces que lo deseen: son cuatro Reinas que gobiernan nuestros corazones.
Gracias Vero y Christian por compartir su historia!!!

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