4 feb 2010

¡Esa teta es mía!


Cada vez más, las mamás se encuentran ante el problema del “destete” con bebés más grandecitos. Por un lado, esto indica una mayor conciencia en cuanto a los beneficios del amamantamiento prolongado y del destete natural. Por otro, esto plantea una dificultad: es mucho más difícil destetar a un bebé grande que sabe expresar lo que quiere que destetar a un bebé que no habla.
Además, el destete luego de una lactancia prolongada, es más complicado ya que el pecho comienza a tener una importancia que va más allá del alimentarse: pasa a convertirse en un objeto que calma, cobra relevancia como símbolo del vínculo afectivo que se crea entre madre e hijo durante el amamantamiento.
¿Qué hacer, entonces, cuando una quiere sacarle la teta pero el usuario de la misma se opone terminantemente? Tarea difícil pero no imposible.
En primer lugar es menester entender que la mayoría de las madres que quieren destetar a sus hijos lo hacen por presión de la sociedad, que critica a las mamás que amantan a un nene que camina, come y habla. En nuestra cultura no es bien visto el amamantamiento prolongado y nunca va a faltar algún familiar o amigo bien intencionado que nos “psicoanalice” y opine sobre la dependencia que estamos creando en el niño, que determine que la teta está interfiriendo en el interés del nene por otros alimentos, que afirme que la calidad de la leche materna después del año se deteriora, etc.
Por ello, una mamá bien informada va a poder hacer frente de forma más fácil a estas críticas: para esto es importante estar segura de lo que se está haciendo y no polemizar, respetando los prejuicios de los demás pero confiando en lo que ha decidido como mamá.Si permitimos que la separación se dé en forma natural y no forzada, el niño va a desarrollar una mayor confianza en su mamá y en el mundo externo. Por el contrario, si lo forzamos a dejar de mamar antes de que esté maduro, luchará por quedar prendido a “su” teta.
Asimismo, cuando una madre se siente presionada a suspender la lactancia y no es lo que realmente desea, los bebés perciben esto y se revelan aún más.
El proceso de destete va a ser único para cada madre y para cada bebé. No existen reglas ni edades ni momentos establecidos para hacerlo: usar la intuición de mamá es lo más aconsejable ya que no existen dos madres iguales ni dos bebés iguales.
Algunas ayuditas:
- Intentar un destete gradual: un destete abrupto puede llegar a ser muy traumático para tu bebé.
- Acortar la duración de cada mamada: de diez minutos, pasar a nueve, a ocho y así sucesivamente para ir chequeando cómo reacciona ante el retiro de la teta antes de lo acostumbrado.
- Aumentar la frecuencia de las comidas: de esta manera no demandará la teta por hambre.
- Intentar que en los horarios de teta, le ofrezca leche u otro alimento otra persona: si siente la cercanía de la madre, rechazará el alimento y preferirá continuar con la lactancia.
- Darle el pecho sólo cuando lo pida: no ofrecerlo pero tampoco negarlo.
- Retrasar los horarios y distraerlo: decirle que le darás el pecho más tarde, antes de acostarse, después de la comida, etc.
- Reemplazar el vacío: ofrecer mucho contacto piel a piel y pasar mucho tiempo relacionándose con el niño para reemplazar esos momentos de amor y seguridad que brindan la teta.
- Explicar, hablar, razonar, poner en palabras la situación: al ser un niño “mayor” va a entender todo lo que le digas.

En resumen: el destete no debe ser sinónimo de DESTRUCCIÓN, de FIN, de BASTA. Dejar de amamantar debe ser una decisión conjunta en la que deben tomar parte sólo mamá e hijo, debe ser un proceso de crecimiento, de pertenencia, de placer, de concesiones, de comunicación, de cambiar y al fin de “dejar ir”.

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